La deuda del Estado español está en
el punto de mira de toda Europa, ya que los mercados financieros
(bancos de inversión, fondos buitres y aseguradoras) han estado y siguen
especulando con ella, con un solo objetivo: llevarse jugosos
beneficios. Y esto a costa del empobrecimiento de la población en su
conjunto, porque toda esta especulación conlleva un aumento progresivo
de los intereses a pagar, reduciendo, a su vez, otros gastos del Estado,
como ahora: la educación, las prestaciones de jubilación, viudez y
desempleo, justicia, sanidad o servicios sociales. Todas estas medidas
de austeridad, equivalentes a los planes de ajuste estructural llevadas a
cabo en el sur del planeta a partir de los años 80, no hacen más que
aumentar las desigualdades sociales, a través del empobrecimiento cada
vez mayor de las personas, especialmente de las más vulnerables
(mujeres, minorías étnicas, jóvenes, inmigrantes, personas en paro y
jubiladas).
No obstante, y en
oposición con el discurso dominante, no son los gastos públicos los que
han hecho que incrementara la deuda del Estado español. Al contrario,
han sido medidas, cuyo beneficio para el conjunto de la población es más
que dudoso, las que han provocado los déficits que han obligado un
endeudamiento cada vez mayor. Por ejemplo, la baja de impuestos sobre
sucesiones y donaciones, sobre el tramo superior del IRPF, y la
supresión del impuesto sobre el patrimonio han beneficiado a los más
ricos, cuyo patrimonio ha sido también protegido por el fraude fiscal,
la bajada de impuestos sobre sociedades y las SICAV, como premio a su
avidez y descontrol......
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