martes, 3 de abril de 2012

Siete asesinados en una escuela cristiana de Oakland y la prensa mundial despacha el asunto como un suceso menor

alertadigital
Un ejemplo alarmante de cómo las matanzas contra cristianos en Occidente carecen ya del impacto emocional de otras matanzas cuyas víctimas sean judías, musulmanes o miembros de algunas de las minorías a las que la ingeniería social ofrece atención preferente. Resulta escandaloso y aterrador ver hasta qué punto los estados de ánimo y la reacción de la opinión occidental ante crímenes tan monstruosos como los de Toulouse y Oakland son moldeadas en base a cálculos sospechosamente contrarios a unos y favorables a otros. Si hace unos días, el asesinato de cuatro alumnos en una escuela judía de Toulouse provocó un tsunami de condolencias mundiales y acaparó miles de portadas y espacios audiovisuales como pocos sucesos en los últimos 20 años, la matanza de siete alumnos católicos en California de manos de un supuesto perturbado de origen asiático ha merecido sólo un breve recuadro en la primera plana del ‘New York Times

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