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En Francia puedes ser un rufián, un pederasta y hasta cometer un acto sacrilegio en la catedral de Notre Dame, que tu nombre no saldrá reflejado en los periódicos. En cambio lo que no puedes es cuestionar las verdades oficiales que entidades como la LICRA convierten en dogmas de fe. Entre esas verdades, el mestizaje y la multiculturalidad son de obligado acatamiento. Si te opones a ellas, te expones al linchamiento mediático....
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